Escuela Positivista (siglo XIX)

Que es la escuela positivista?


Nace a finales del siglo XIX, como un método de organización que estudia al delincuente, el delito y la sanción, desde el comienzo por naturaleza y en su efecto jurídico para poder adaptarlo a un proceso jurídicamente y las varias causas que le producen. Se dice que esta si tuvo una existencia real a comparación de la escuela clásica, con un grupo de juristas que retaron a otros a imponer sus ideas en el campo. Todo esto se dio a raíz de que la incapacidad de ofrecer soluciones al momento de diseñar medidas de prevención criminal y la lucha contra el delito.

Se origina a través se una antítesis propuesta por Ezequiel Cesare Lombroso  contra de la escuela clásica. La misión principal fue darle una mayor importancia a la antropología y la psiquiatría, pero tuvo varias consecuencias, una fue darle mayor enfoque a la sociedad  y no al individuo, así como mayor interés en el delincuente y no al delito.

Las principales características que la definen serían el uso del método experimental, el entendimiento del delito como fenómeno y la consideración de la responsabilidad como una responsabilidad de carácter social junto con el entendimiento de que la pena es un medio de defensa social.

Estrechamente ligado a la búsqueda metódica sustentada en lo experimental, se encuentra el positivismo criminológico, rechazando nociones religiosas, morales, apriorísticas o conceptos abstractos, universales o absolutos, en otras palabras, lo que no fuese demostrable vía experimento, no podía ser científico. Sacando así de manera revolucionaria el mundo de atraso de lo religioso o supersticioso de los siglos precedentes.

La escuela positivista y sus leyes tienen su origen en razonamientos metafísicos, centrando sus bases en las leyes naturales, en la naturaleza física, basando el conocimiento en la objetividad de la realidad observada y dando sentido a los datos obtenidos mediante esa observación empírica y su irrelación.


ACLAREMOS 

Para la Escuela Clásica, sus autores mantenían la idea de que no existían diferencias entre el hombre no delincuente y el delincuente, manteniendo así la idea de igualdad del género humano.

Por otro lado la  Escuela Positivista sí que se consideraba el delincuente como un ser distinto al hombre.
Por lo tanto, no había de castigarse el hecho en sí mismo, sino más bien al autor del delito. Para medir el nivel de castigo se crea el concepto de peligrosidad o “temibilidad del autor”. Así se guiaba el tratamiento necesario para que el delincuente lograra la reinserción completa y separar la actividad delictiva para una individualización de la pena.

Sin duda gran aporte.

A su vez, estableció una tipología para dividir a los delincuentes en seis tipos distintos:

–       El delincuente atávico. Se trataría de una subespecie de humano, degenerado y atávico. Esta regresión como organismo humano nació a raíz de unas investigaciones al examinar cráneos de distintos delincuentes. Para Lombroso, estos estigmas se transmitirían por herencia.
–       El loco moral. Este tipo se trataría de una especie de idiota moral, que no puede elevarse a comprender el sentimiento moral y que tuvo una educación muy deficiente durante la infancia. Se consideran ciegos morales, porque su retina psíquica es o se transforma en anestésica. Y como falta en ellos la facultad de utilizar nociones de moral, los instintos latentes en el fondo de cada hombre toman en él ventaja.
–       El delincuente loco, que a su vez desemboca en distintos tipos como el delincuente alienado, alcohólico, histórico y mattoide. La diferencia conceptual entre el delincuente loco y el loco moral consiste en que el delincuente loco moral ha cometido un delito con plena responsabilidad y enloquece después en la prisión, mientras que el loco delincuente son enfermos mentales que delinquen sin la necesaria capacidad de entender y querer.
–       El epiléptico. En este caso se trata de individuos violentos y agresivos. No padecen ninguna enfermedad mental declarada, ni el clásico estado alcohólico. Cometen delitos gravísimos sin experimentar después, remordimientos, coincidiendo al referirse a determinadas sensaciones (vértigos, temblores, pérdida del control, etc.) durante el acceso comicial. Algunas características peculiares de estos delincuentes son: la destructividad, precocidad sexual y alcohólica, obscenidad, sonambulismo y estados crepusculares, rapidez de cicatrización de las heridas, tendencia a la holgazanería, canibalismo, vanidad, cambios de humor, amnesias frecuentes o propensión al tatuaje.
–        El delincuente ocasional, que a su vez pueden ser pseudo criminales, criminaloides y habituales. Este tipo de delincuente es uno de los tipos donde menos se profundizó y por lo tanto menos poder conceptual tiene.
–       El delincuente pasional. Estos delincuentes tienen hace un uso de la violencia como forma de pasión, ya sea sentimental, ideológica, religiosa o de cualquier otro tipo.
Todas estas teorías no estuvieron carentes de críticas desde varios puntos de vista. Por un lado, es difícil extrapolar el comportamiento de otros organismos como puedan ser los animales a los comportamientos de los humanos. Por otro lado, una de las críticas más duras contra su teoría fue la de que no existía correlación entre los estigmas atávicos y el ser un delincuente, ya que muchos individuos presentan anomalías y no por ello comienzan una carrera criminal e igualmente a la inversa.

Principales aportadores

Emmanuel Cesare Lombroso


 (1835-1909) Médico, psiquiatra, político y antropólogo. Mayor impulsor de la ideología antropológica aplicada. Nos menciona que un criminal es nato, se basa principalmente en la figura del individuo delincuente, y concluyó que el mismo tiene características somáticas especiales. Según Lombroso,  el delito es un fenómeno en el que el individuo va a estar determinado por el ambiente y va a tratar de dar una explicación causal del delito.
 Se determina que Lombroso da origen a la Criminología y al estudio de la delincuencia por medio del método inductivo-experimental.

Raffaele Garófalo 

(1851-1934) Jurista, magistrado y defensor del positivismo. Nos define el delito como la acción lesiva de los sentimientos altruistas del hombre y para él sólo es delito el que se realice de este modo y considera como una medida de la culpabilidad la temibilidad.
Fue el fundador del castigo, quedando los derechos del individuo subordinado s al orden social. Este tipo de pensamiento justificó en gran medida distintas penas que siguen vigentes en pocos Códigos Penales, pero que en su día se aplicaron severamente como es la pena de muerte o el destierro. Un aspecto importante a tener en cuenta, antes de aplicar dichas penas, era la necesidad de estudiar las características concretas de cada individuo respecto de la aplicación de ésta, sin que entraran en juego la proporcionalidad de la pena o la prevención. La idea de resocialización o reinserción se trataba de una meta imposible, al entender que la base orgánica y psíquica del individuo impedía tal hecho.
Su método de estudio fue la investigación de distintos hechos a través de las distintas épocas y pueblos y con el suceso en específico de la considera ion de un delito como acción.
La falla mas importante fue saber identificar cuales hechos podían ser considerados como delitos, esto por la variabilidad de los tiempos y como sabemos depende de la antigüedad algunos podían considerarse o no como una falta al bien.
Para evitar este fallo metodológico, Garófalo cambió el objeto de su estudio, y en vez de investigar los hechos tal cual, comienza a investigar qué sentimientos lesionan los delitos. Esta idea había surgido con anterioridad al haber observado que los delitos lesionan sentimientos, por lo que podrían existir sentimientos perdurables, cuya lesión siempre hubiese sido considerada como ilícita; y su tarea lo lleva a la conclusión de que existen dos tipos de sentimientos, cuya lesión la humanidad siempre consideró delito: el sentimiento de piedad y el sentimiento de probidad. Esta definición, sin embargo no fue bien recibida por la doctrina, ya que resulta casi imposible elaborar una lista universal de delitos y sobretodo unido a conceptos tan ambiguos como estos dos sentimientos.
Otro concepto introducido por Garófalo fue el de la teoría de la criminalidad, la cual entiende que es fundamental la herencia endógena psíquica o los llamados instintos, ya que la mayoría de los delincuentes tienen una variación psíquica. A pesar de negar la existencia directa de un criminal de base antropológica, reconoce que existen algunos datos morfológicos relevantes a la hora de describir un tipo criminal. Por lo tanto, el delincuente para él se trataría de un ser con una carencia vital dentro de la esfera de la moral, con una personalidad totalmente alterada.

Enrico Ferri 



(1856-1929) Criminalista y político italiano. Es el máximo representante italiano de la escuela positivista de derecho penal y está considerado como el creador de la criminología moderna. Como seguidor del positivismo imperante durante la segunda mitad del siglo XIX, aceptó por completo las implícitas actitudes deterministas de tal corriente. Ya en la tesis de su doctorado, La teoría de la imputabilidad y la negación del libre albedrío, destaca netamente este aspecto de su formación espiritual y de sus ideas: cree que el delincuente actúa por causas ajenas a su voluntad y que deben buscarse en la sociedad. En 1878, un año después de su doctorado, Ferri publicó su tesis en Florencia, reelaborada y ampliada.

BIBLIOFRAFIA

Iberley.(2012). Las escuelas penales: los precursores, la escuela clásica, la escuela positiva, el neopositivismo, la dirección técnica-jurídica y el correccionalismo. Recuperado de: https://www.iberley.es/temas/escuelas-penales-46991

Intercriminis (2016). Cesare Lombroso, el positivismo criminológico. Recuperado de: https://itercriminis.com/cesare-lombroso-positivismo-criminologico/

Molina, B.(2015) Positivismo Criminológico. Crimispedia. Recuperado de: http://crimina.es/crimipedia/topics/positivismo-criminologico/

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